martes, 17 de abril de 2007

Lía Salgado: “El éxito del otro le molesta a todo el mundo”

Alejada de la televisión que le dio fama, la periodista y locutora Lía Salgado volvió a sus inicios. Conduce una vuelta reflexiva en Nacional (AM 870, “Historias con Lía”, lunes a viernes de 19 a 20 horas, producido por Fernando Clavero, Cristian Brennan, Sara Laza y Luli Marchesi).
“Empecé como locutora en Rivadavia y pasé por toda la escala: en el informativo, como cronista, en el móvil, después columnista y al final, la conducción. Desde cortar el cable hasta tener envíos con mi nombre, hice todo el camino lógico”.



“Es que me pegaron tanto...” Lía Salgado se justifica por mostrarse a la defensiva ante las primeras preguntas. El mismo suspiro podría explicar por qué se siente en la necesidad de exhibir sus bazas: “Fui ayudante de cátedra de sociología en la facultad, soy locutora nacional egresada del Iser, licenciada en ciencias de la información de la Universidad de la Plata y tengo una larga trayectoria”. Más relajada, se explaya sobre “Historias con Lía”: “La idea es encontrarnos con esos temas no convencionales, aquellos que no necesariamente están en la agenda periodística de todos los medios, pero sí en la de la gente. Buscamos contextualizar en el marco político cada asunto, no como una fábrica de chorizos (nota, nota, nota). Al principio empezó como un programa de historia, pero cuando se extendió el horario nos fue ganando la actualidad”.
-Tenés una carrera en radio.
-Sí, empecé como locutora en Rivadavia y pasé por toda la escala: en el informativo, como cronista, en el móvil, después columnista y al final, la conducción. Desde cortar el cable hasta tener envíos con mi nombre, hice todo el camino lógico.
-La explosión de popularidad la tuviste con los talk shows, fuiste pionera.
-Los recuerdo como programas solidarios y de servicios. Trataban de reflejar lo que le pasaba a la gente, con historias de vida. Había conflictos, como en todas partes, y después se volvió más testimonial. De hecho, hoy la tele sigue explotando la cuestión de las relaciones interpersonales, desde “Gran Hermano” para abajo.
-Desapareciste de los medios grandes.
-Sí, y ya me llaman menos. Es lógico, les dije que no muchas veces porque eran proyectos que no tenían que ver conmigo, pero tengo ganas de volver. La experiencia de Canal 7, del año pasado, no salió del todo bien. No hubo ni tiempo ni un proceso que permitiera que se lograra lo buscado. De “Hablemos con Lía” los programas que pasaban imágenes de otros tomaban una cosita y la repetían hasta el hartazgo. El éxito de ese tipo de productos pasa por hacer eso.
-Pero generan estereotipos.
-Eso también es verdad. Nunca repitieron mis reflexiones sobre cuestiones sociales con los que cerraba cada emisión. En fin, a otros les permite vivir. Los que empezaron con esto eran los que competían por mi rating. Había que bajar el programa y se usaron los métodos comunes de la tele. Mi estilo no es ese. Estoy orgullosa de haberlo hecho. Ahí cantó una chica de 15 años con síndrome de down y cumplió su sueño, la opinión de los demás no me importó porque ella murió feliz. Si no es para dar esas oportunidades ¿para qué estás en los medios? Además, hacía hincapié en lo periodístico, por eso ningún otro talk show fue tan exitoso. Y no lo digo por criticar a mis colegas, sólo destaco mi valor agregado.
-¿El público espera ese estilo de tus nuevos productos?
-La gente siempre me creyó. Lo que ven es que no cambié demasiado, sigo diciendo lo que pienso. La audiencia de la radio no es la misma que aquellos espectadores de la tele, pero cada tanto me cruzo con alguno que me dice que me veía y me reencontró ahora.
-¿Decís que molestabas en la TV?
-El éxito del otro le molesta a todo el mundo. Te dicen “qué maravilloso es Fulanito” cuando tiene poder. Ahora, si Fulanito cae medio escalón, la jauría lo destroza.
-¿Tus problemas de salud también te obligaron a bajar el perfil?
-Un poco sí. Tuve tres operaciones graves en dos años. Seguía con el programa adelante, pero no me daban las fuerzas. Si no estás arriba todo el tiempo, se te dispersa. En esos dos años me pasó eso y cuando volví de lleno ya estaba con mi salud minada. Además, simplemente me retiré y no hablé con ningún directivo para explicarles la situación.
-¿La radio es más relajada en ese sentido, no?
-Sí. No tenés que aguantar eso de “¿la pintaste? Bueno, vestila”. Y yo estaba ahí. Ni siquiera había mala onda, pero te llevaba mucho tiempo. En la radio, sólo te tenés que preocupar por la parte intelectual.
-¿Escuchás radio?
-Sí, este año un poco menos. No hay nadie nuevo. Se extendió el horario laboral, y por eso el regreso es más tarde. El mío es reflexivo, con notas más profundas. De mis colegas siempre me gustó mucho Lalo Mir, por su parte artística, aunque este año no lo pude escuchar a fondo en la 100.
-Estuviste en “Odisea” y desertaste de “Patinando”.
-Sí, en “Odisea” fueron muchos juegos, muy difíciles, no me lo habían vendido así (se ríe). Tuvo mucho que ver Calafate, porque no lo conocía y me divertí mucho. Pero me di cuenta de que mi estado físico no daba para eso, por eso me bajé de la propuesta de Tinelli. Cuando me opere la vesícula, si me invitan de nuevo, voy.


Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica

Buenos Aires, Argentina
Abril de 2007

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