domingo, 25 de marzo de 2007

Roli Serrano: “La gente sólo te exige honestidad”.

El actor, que acaba de incorporarse al staff de gordos de “Cuestión de peso” conduce dos programas: “El amor se escribe sin hache” (La Porteña, AM 1110, domingos de 22 a 23) y “Locos de Pasión” (“Pasión”, FM 107.3, sábados de 19 a 21, con Luis Rama), en los que despliega dos facetas disímiles de su personalidad. “Es común que digamos que los que van a comer con Mirtha Legrand son unos caretones, pero cuando la señora te invita te ponés el traje y vas todo agradecido”, confiesa el actor.



“Siempre quise hacer un programa como el de La Porteña porque considero que el amor bien entendido es la base de la humanidad. De hecho, mi sueño en teatro es interpretar a Cyrano y después morirme (sonríe). Acá tengo el romántico afuera sin presiones comerciales, con todo el tiempo del mundo. En cambio, en Radio Pasión saco al Negro Roli, juguetón y fiestero”. Desde los inicios mismos de su carrera el Roli Serrano tuvo que aprender a hacer equilibrio entre lo prestigioso y lo masivo. Cuenta que debió hacer un gran esfuerzo para superar sus prejuicios hacia las ramas más populares del entretenimiento. Hoy ya no se plantea si algo es mejor que lo otro y apuesta por lo que lo llena. Así, está al frente de dos programas en emisoras con targets bien diferenciados: una es La Porteña, la AM del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y en Pasión, una radio de estética y música tropical.
-¿Qué diferencia tienen los públicos, más allá de sus gustos musicales?
-Que los de Pasión Tropical escuchan mi programa de La Porteña, pero no pasa lo mismo al revés. Es interesante porque el estereotipo es al revés.
-En radio no tenés que “poner el muñeco”.
-No, todo es desde mí. No obstante, busco un personaje que se escape un poquito de Roli Serrano. Tal vez ese que no me animo a mostrar en lo cotidiano. Soy un romántico mal, mal. Esa parte la gente la descubre. Pero ojo que arriba del escenario te exponés porque sacás una faceta tuya que tenés oculta. Cuando interpreto un malo exorcizo mis demonios. Siempre son partes mías las que pongo en juego.
-Cómo cambió tu carrera, ¿no?
-Sí, hace diez años era un actor prestigioso que hacía teatro independiente, alguna película y miniseries. Cuando decidí filmar una telenovela bien popular (“Cabecita”) lo hice con muchos reparos, porque podía quedarme sin ninguna de las dos cosas.
-¿Y qué pasó?
-Que no tiene nada que ver. La gente lo único que te exige es honestidad. Si decís lo que pensás y sos consecuente, te bancan. Dejé de ser rígido.
-¿Tenías prejuicios ante lo popular?
-No podía hacer la diferencia entre masivo y popular. No aceptaba que algo para mucha gente no tiene por qué ser berreta. Venía de la izquierda, del teatro independiente. Si un tipo me pedía plata por la calle le contestaba que no, pero que iba a pelear con toda mi fuerza para que él no pasara por esa situación. Hoy sé que una moneda le puede salvar la vida. Esa es la diferencia ideológica.
-¿No fue una claudicación, teniendo en cuenta cómo pensabas, más allá de que después te diste cuenta de que todo era distinto?
-No. Caí en “Cabecita” descolgado de la polémica. Fue la primera vez que impuse condiciones: ganar tanto y que mi nombre fuera de determinada manera, por ejemplo. Ya había dejado de decir que mi teatro era el único válido y el comercial una porquería. Hay cosas buenas y de cuarta también en el off.
-¿Alguna vez recibiste una recriminación de aquel público que te seguía en teatro independiente?
-Es común que digamos que los que van a comer con Mirtha Legrand son unos caretones, pero cuando la señora te invita te ponés el traje y vas todo agradecido. Ahora tengo 50, estoy en la categoría juvenil del PAMI. Pero cuando éramos jóvenes no trabajábamos de actores, hacíamos teatro independiente. Para las grandes obras no nos llamaban ni los mismos directores del under.
-Llamaban a Carlín Calvo.
-Exacto. Eso no cambió, porque el que recauda es él. Por más que seas un genio. En una novela la fórmula es poner dos figuras y el resto que aguante el guión. El que vende la tira es Facundo Arana, la gente la ve por él no por mi. Aunque me feliciten por la calle.
-No me contestaste si te recriminaron.
-No, pero la viví al revés y me arrepiento. Desde el dogma critiqué mal a los actores que fueron a un reality de Canal 9. Alguno me agarró y me dijo “Negro, vos me mataste pero yo estaba laburando porque tenía que pagar la operación de mi hijo”. Y varios estaban en la misma. ¿Desde qué lugar los puedo juzgar?

“No podía hacer la diferencia entre masivo y popular. No aceptaba que algo para mucha gente no tiene por qué ser berreta (...) Para cuando entré a ‘Cabecita’ ya había dejado de decir que mi teatro era el único válido y el comercial una porquería. Hay cosas buenas y de cuarta también en el off”.

-Cambiando de tema, ¿Por qué vas a “Cuestión de peso?
-Para tratar de ordenar algo que me está superando. No es fácil. Después de que murió mi mujer caí en una gran depresión y llegué a sumar cuarenta kilos. Esta nota es un documento porque pronto verán a otro.
-¿Y la exposición?
-La tele me pone en un lugar de compromiso diferente. Ya hice todas las dietas y después volví a subir. Me mentía a mi mismo creyendo que me cuidaba y no. Me está afectando en la salud. Y en lo estético, estoy “inculiable” (sic). ¿Cómo se me arrima una mujer? Tengo que dejar de ser el viudo y cuidar mi cuerpo.


Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires, Argentina

25 de marzo de 2007

sábado, 17 de marzo de 2007

Mario Mactas: “El periodismo es una rama del arte”.

“El toque Mactas”, (AM 590, lunes a viernes, de 14 a 17) es la apuesta para la tarde de la Radio Continental del grupo español Prisa. Acompañado por Alejandra Peñalva, Andrea Leonián, Mariana Mactas, y Lorena Toso, el conductor se mantiene fiel a su estilo que mezcla el buen decir y el sarcasmo con un sumario de corte internacional.


Aunque siempre se muestra agradecido por la convocatoria, el periodista, escritor y conductor de radio, Mario Mactas tiene un latiguillo con el que indefectiblemente abre las charlas con un periodista: "contestaré todas las preguntas con evasión", dice y en gran parte cumple. Con su tono zumbón busca respuestas adecuadas a un dandy y entreteje frases elegantes con gestos groseros hacia quienes lo saludan desde la “pecera” del operador. Sobre su programa define: “Lo que tiene de peculiar y curioso “El toque Mactas’ es que se trata de un programa de diseño”.
-¿Cuál es la estética?
-No pronunciar discursos ni sermones, ni peroratas ideológicas. Aquí nadie es mejor ni peor. Sin excepción, los protagonistas de la realidad entran en el mismo plano: buenos, malos, réprobos, consagrados. No buscamos castigar ni cambiar el mundo, apenas mostrarlo en alguno de sus aspectos. Todo debe pasar por una carnadura humana.
-¿El enfermo antes que el ministro de salud?
-Ambos. Pero los programas con ministros de salud dicen poco si no tienen el dolor y la realidad, en este ejemplo. También hacemos muchas notas internacionales. Como un informe sobre las mujeres asesinadas en ciudad Juarez, los niños soldados en la selva colombiana, Ingrid Betancourt o Randell el profesional que estudió la salud de Fidel Castro.
-¿Qué haya más espacio para las noticias de corte internacional es uno de los cambios que propone el grupo Prisa?
-Es mi propuesta, modestamente fui uno de los primeros en hacerlo. Creo que se busca desde la cabeza de la radio ese tipo de inspiración. Esta es una cadena con más de mil emisoras. Tenemos como una suerte de internet propia en la que todos podemos descargar o subir todas las notas y audios que generamos. Es un inmenso archivo virtual, al que se puede acceder sin problemas de derechos.
-¿Resulta raro competir con Rolando Hanglin después de tanto camino juntos?
-Me da igual, Hanglin es muy bueno y va a triunfar en la Diez. No pienso en que estoy compitiendo con él, ni con ninguno en mi horario. Es una pérdida de tiempo y esfuerzo. Nunca lo hice. Y creo que es una buena manera de ganar.
-¿Tenés un oyente ideal?
-Creo que está comprometido un poco emocional e intelectualmente en una suerte de flirteo inocente. Que en eso consiste en los medios de comunicación, particularmente en la radio, la vinculación entre el que emite y el que recibe. Y me parece que es una mina.
-¿Motiva más si es una mujer?
-No necesariamente, es una intuición. De hecho todo el equipo que trabaja conmigo son mujeres. Elegidas por mí, y no como quien compra una pera, sino que ellas aceptaron trabajar conmigo.
-¿Se puede hacer periodismo – arte?
-Definitivamente sí. El periodismo es una rama del arte.
-¿Incluso en un año electoral?
-El magma general de los acontecimientos, incluidos los de la política, son material del arte, en tanto y en cuanto lo vayas transmutando, llenándolo de matices, altos y bajos.
-¿Cómo lo manejás?
-El nuestro es un programa con buen humor, que no significa que contemos chistes. Claro que tampoco excluye a los costados sombríos de la vida, porque forman parte de la vida y sería artificioso que todo fuera rosa.
-Ellos suelen tener un discurso pétreo, muy bien armado.
-Por eso casi no hacemos entrevistas a políticos, salvo que lo justifiquen los hechos. Que renuncien, por ejemplo. Pero hablar por hablar...
-Vienen meses intensos en ese sentido.
-Para nosotros no, aunque algunos periodistas se engolosinen con eso.
-¿Porque es más fácil producir de esa manera?
-En ocasiones es más fácil: los políticos quieren hablar y necesitan espacio. A veces por razones más subalternas al plan estratégico, que nosotros no integramos (sonríe pícaro bloquando la repregunta).
-Tu hermano el Pollo Mactas está con Dolina en la Diez.
-Así es.
-Nunca trabajaron juntos.
- Vivimos largos años fuera de aquí, y nos veíamos poco porque él estaba en Francia y yo en España. Nos juntábamos cada tanto porque yo era corresponsal de Paris Match y debía viajar a París. Nos llevamos perfectamente bien y nos tenemos afecto. Pero claro, como se llevan los hermanos, que no están en la misma categoría que los amigos. Si todos los hermanos tuvieran que hacer programas los medios de comunicación se volverían nepotistas, incestuosos y probablemente daría malos resultados.



Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica

Buenos Aires, Argentina
Marzo de 2007

domingo, 4 de marzo de 2007

Paulo Vilouta: “Fui el Javier Portales de varios Olmedos”

Al final lo logró. Después de estar doce años al mando de las noches de La Red y de ser el “comodín” de la emisora que salía al toro cuando faltaban Fernando Niembro, Marcelo Araujo, Gómez Castañón, Mónica Gutierrrez, Santo Biasatti, Majul y hasta Mirtha Legrand; el bueno de Paulo Vilouta ya tiene su espacio en un horario no marginal ("Tarde de Radio", AM 910, lunes a viernes de 14 a 16). “Hay muy pocos referentes en deportes... Victor Hugo, Niembro, Mariano (Closs), Gonzalo Bonadeo y alguno que me olvido. Otros se bajaron como Araujo o Paenza. Hoy en el periodismo deportivo te podés destacar con poco, porque el nivel es muy chato”.

-¿Los reemplazos te entrenaron, fueron un aprendizaje?
-Sí, porque tuve que hacerle la suplencia a todos en la radio, con esquemas muy distintos cada uno. El que viene de reemplazo no puede cambiar el estilo que está impuesto. Hay un respeto al oyente y al conductor original, que son los verdaderos dueños del horario. Fui el Javier Portales de varios Olmedos.
-Igual, tenías tu espacio, “El Magazine”.
-Sí, le habíamos buscado la vuelta distendida, porque para recaudar tenía varios trabajos y llegaba bastante saturado a conducir. Ese programa de la noche había arrancado deportivo, como toda la radio. Después empezaron a pasar cosas a esa hora (el accidente del avión de LAPA, la caída de De la Rua, etcétera) y me largué a apoyarme en la otra pata de la noticia.
-Como tantos otros periodistas deportivos.
-Sí, claro: Néstor Ibarra, Bernardo Neustadt, Nelson Castro, Victor Hugo Morales, Mauro Viale, muchísimos. Algunos me consideran relator, pero no. Soy un periodista que a veces relata porque sabe hacerlo.
-¿Te daba miedo el pase?
-Seguro, porque te preocupa que no te acepten en un nuevo rol. Pero, si tanto en la radio como en América 24 estoy presentando noticias, es porque los tipos vieron en mí una faceta que ni yo creía que estaba.
-Me hablabas de recaudar. ¿El techo de un periodista de información general es más alto que el de deportes?
-Sí, puede ser. Hay muy pocos referentes en deportes...
-¿Quiénes?
-Victor Hugo, Niembro, Mariano (Closs), Gonzalo Bonadeo y alguno que me olvido. Otros se bajaron como Araujo o Paenza. Lo que noto es que hoy en el periodismo deportivo te podés destacar con poco, porque el nivel es muy chato.
-¿El periodismo deportivo guarda códigos extra? Por ejemplo en el caso del alcoholismo de Ariel Ortega, que se ventiló en todos lados menos en la mayoría de las páginas o programas deportivos.
-Si eso le pasaba a una vedette, hablábamos todos. Como es un futbolista, shhhhh.
-¿Por qué?
-El problema es que muchos de los periodistas nuevos no pueden despegarse de la pasión que los llevó a esta profesión y siguen hinchas de su club. O se hacen amigos de los jugadores y se condicionan a dar ciertas noticias. Así, el que opina marca diferencias. Claro, ellos tienen otros dilemas, porque van todos los días al club. Sin ir más lejos, los aprietes de los barrabravas.
-A vos también te paso. La pasaste mal en la cancha, ¿no?
-Sí, por eso hace mucho que no relato. Me harté esas situaciones y ese es el motivo por el cual no lo extraño, aunque me gusta el fútbol.
-¿Qué situaciones?
-De la cancha de Racing me tuvo que sacar la montada porque me dieron vuelta la cabina. Con dirigentes Chacarita también tuve enfrentamientos tremendos. Señoras grandes te putean o escupen porque sos periodista. Y les pasa a todos. Pero encima, porque trabajás para Torneos y Competencias creen que sos el dueño del fútbol.
-¿Víctor Hugo es uno de estos últimos?
-Sí, y no corresponde. Porque él conoce a muchos que trabajan o trabajaron acá, y sabe que nunca nos bajaron una línea de lo que había que decir. Tuve disputas con miles de tipos y no me decían nada, siempre opiné lo que quise. Nunca me llamaron ni Juan Cruz ni Carlos Avila o Federico Infante para pedirme que no habláramos de algo. Jamás.
-¿Vas a la cancha por placer?
-Iba cuando era chico. Al hincha se lo trata mal, las condiciones son deplorables, los baños son una vergüenza, hay robos y droga. Ahora voy poco si no tengo que trabajar. Porque siempre hay alguno que tiene algo para reclamarte por lo que dijiste.
-¿Por esto no se dice de qué cuadro son hinchas ustedes?
-Es riesgoso. Además se pierde la magia. Siempre quieren saber de qué cuadro sos, la gente fantasea con eso. Es como preguntárselo a un referí. Claro, muchos viven felices o en una tragedia por un resultado deportivo. En ese contexto, si decís algo inapropiado podés irritar más si saben tu club. Es curioso, pero esto no se da en política. Hoy se ventila sin problemas a quién se voto, cosa que antes no pasaba.
-¿Los futbolistas son complicados?
-Algunos sí, tienen doble discurso. Son muy simpáticos hasta que decís algo que no les gusta y te ponen cara de culo. Otros parece que viven en la punta del Aconcagua y miran todo desde arriba porque lo demás no existe. A esos cuando les chupás las medias está todo bien, pero si te parece que jugaron para cuatro puntos les da un ataque y no te saludan más.
-¿Tenés amigos futbolistas?
-No, aunque tengo buena relación con mucha gente del ambiente. “La última palabra” por Fox, me sacó la imagen peleadora que traía de “Tribuna caliente”. Además estoy más grande.
-En su momento fuiste de los pocos que salió a exponerse públicamente como damnificado por Giselle Rímolo.
-De eso se ocupa mi abogada, el tema está dilatadísimo. Mucha gente hizo arreglos. Yo no, ni los haré. Me molestó porque estuve realmente mal de salud. Me enojó la estafa, yo estaba peleado con ellos antes de que estallara el escándalo. Porque no es que te tiraba las cartas sino que se puso un delantal y me revisó. Una chantada total, tenía el mismo valor que si lo hacía mi mamá.


Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires, Argentina

4 de marzo de 2007