domingo, 5 de noviembre de 2000

Se lo extrañaba en el dial de Buenos Aires. Porque la voz de Enrique "Quique" Pesoa y su particular estilo faltaban desde hace más de un año y medio. Una de las primeras caras nuevas de la gestión de Juan Alberto Badía mañana debutará en Radio de la Ciudad, AM 1110, con "En la vereda" (lunes a viernes de 9,00 a 13,00)."No creo que vaya a haber sorpresas para los que me conocen. Cambié un poco yo, otro tanto el país, pero en el fondo soy siempre el mismo. Mi estilo no es el de pintar la realidad de rosa pero tampoco el de levantar el dedo acusador de la denuncia todo el tiempo. Pienso en voz alta, y dejo sueltas a la intuición y al chico travieso que tengo adentro. Eso ayuda a superar los problemas técnicos que puedan surgir".
-¿A qué te referís?
-Tuve que allanar algunos caminos porque es una radio desmantelada. A mí mujer, Leda, la odian porque siempre les pide algo nuevo.
-¿Por ejemplo?
-"Un cable acá, otro allá". "Miren que Quique toca la guitarra, necesita una conexión de línea". "Vienen músicos al estudio, así que no se olviden de afinar el piano", cosas por el estilo. También habrá un par de computadoras y la radio no está digitalizada, haría falta bajar la frecuencia y aumentar la potencia. Opera con 50 kw desde Ingeniero Maschwitz. Es decir que la radio de la Ciudad se escucha mejor en la provincia. Son todas realidades que acepté cuando le dije que sí a la propuesta de Badía. Se hace lo que se puede.
-Tu estilo es reflexivo. ¿Vas a adaptar tu ritmo al tradicional de la mañana?
-Trataré de adaptar la mañana a mi estilo. Aunque no es un dogma. Naturalmente me pondré un poco a tiro porque uno tiene una polenta a la mañana que no se repite en el resto del día. No sé si podré ser tan original. Más bien me voy a diferenciar en que voy con lo mío. Si fuerzo una situación haciéndome el dicharachero, cagué.
-No sos Héctor Larrea.
-Para nada. El eligió un "muñeco", un personaje para salir al aire. Cuando sale del estudio no es igual. Yo trato de ser como se me ve y se me escucha. Tampoco tengo tanta locura para sacar, ni hago lo que no siento. La desventaja aparente es que estás más expuesto.
-¿"Aparente"?
-Sí, porque no me trajo más perjuicios que perder empleos. Pero aprendí que quedarme sin trabajo es parte del mismo. Ser genuino no significa estar siempre igual. Convivo con mi esquizofrenia y contradicción permanente. Y me permito dudar.
-¿"En la vereda" tendrá estructura?
-Sí, al principio. Pero los programas crecen y agarran para donde quieren. Es como un salto al vacío.
-¿Le recomendarías a los oyentes que te empiecen a escuchar a las tres semanas, entonces?
-No. A los seis meses. No me calienta porque es como andar en bici. Pueden pasar los años, pero cuando volvés, no perdés el equilibrio. Y con sentido común, de a poco recuperás tus destrezas. Por lo pronto, tengo en claro que me hago cargo de la función educadora que deben tener los medios.
-¿Tendrá una linea conceptual?
-Sí. Está pensado alrededor de la vereda. Porque estoy en una radio dedicada al vecino y porque la vida transcurre en la vereda. Allí hay casas, vidrieras, te encontrás con gente amiga... suceden cosas. En Los Angeles, por ejemplo, salen de la casa en auto y van al Mall o al Shopping Center. No viven en la vereda, no la usan. Con los sonidos me voy a inventar un barrio. Vamos a ver qué sale.

Hasta hace poco hacía radio desde su casa y transmitía vía satélite al interior del país. "Era una idea muy buena porque el hombre que impulsaba todo creía que se podía hacer una nueva radio, sin depender de los multimedios y que el futuro estaba en las redes satelitales", reconoce.
-¿Qué pasó?
-Que a los seis meses se le terminó la plata y no pudo seguir. Perdió dinero.
-Es decir que el interior está mucho peor para hacer negocios.
-Absolutamente. Tenés que ir a Rosario un fin de semana para darte cuenta. Hay una pobreza que empieza a transformarse en miseria.
-¿Cómo es eso?
-La miseria humana aflora ante tanta presión y tanta exclusión. Te dicen: "Te quedaste afuera, hermano". Pero encima te la muestran. Es obsceno. Cuando empezás a analizar las pérdidas de tipo moral es porque ya te resignaste a perder definitivamente en lo económico. Y se te van cayendo los pedazos de dignidad.
-¿Le ves salida?
-Es irreversible. Casi como un daño neurológico. Porque no se vuelve atrás ni con los mejores economistas ni con Fondos Monetarios Internacionales benévolos. Este desastre moral deja marcas indelebles.
-¿Hizo falta aclararle a Badía algo antes de aceptar (por estar en una radio oficial)?
-No, no hablo más de que voy a decir lo que pienso y siento. Primero, porque es obvio. Segundo, porque aclarar no te pone a cubierto de nada ni te permite decir: "Yo te avisé". En el momento en que te quieren rajar o censurar lo hacen tanto si avisaste como si no. Es así. Por lo pronto, pago todo al contado y no saco créditos a largo plazo.
-Por eso la última vez duraste apenas un mes y medio al aire.
-Sí. en ese caso me fui yo "apretado" por la estupidez de las autoridades que por entonces estaban en Radio El Mundo. Ni siquiera fue por una cuestión ideológica. Simplemente era una cuestión de poder, una pulseada que había impuesto el tipo que la gente de Amalita había puesto a conducir la radio. El último día dije: "No vine a pelear por mi espacio, ustedes me llamaron". Y largué al aire: "Me voy a mi casa, ustedes la tienen más larga y son los amos del mundo. Acá no tengo más nada que hacer".
-Eso es quemar las naves.
-Exactamente. Saludé y me fui. No es tan grave. Lo malo sería no poder entrar. Por suerte puedo seguir entrando, a pesar de que creo que salí más veces de las que entré.
-Matemáticamente no da la cuenta.
-Es cierto. Pero es mi sensación.
-Debe ser que se grabaron en tu memoria porque las salidas son sinónimo de certeza y las entradas, de incertidumbre.
-Es cierto. Uno se maravilla cuando empieza algo.
-¿Escuchás radio?
-No. No tengo el hábito, hago otras cosas. Y desaliento que vean TV en casa. Salvo a mí, pero eso es un hecho familiar.

Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Octubre de 2000

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