jueves, 28 de septiembre de 2000

Estela Montes: La mujer de las mil voces

Si no se está advertido, se puede llevar una sorpresa. Al girar el dial por la mañana puede llegar a escuchar a Graciela Borges, Gabriela Sabatini, Inés Pertiné, Zulema Yoma o Norma Morandini diciendo disparates. Es que las imitaciones que la locutora Estela Montes desarrolla en "El Primero de la mañana" y "El Oro y el moro" (Radio 10, AM 710, lunes a viernes de 6,00 a 9,00, con la conducción de Daniel Hadad y de 9,00 a 12,00, con Oscar González Oro respectivamente) son tan perfectas que lograron confundir hasta a algunos conocidos de los imitados en varias oportunidades. Ganadora del Martín Fierro, Estela nació en San Pedro el 18 de enero de 1953 y trabajó junto a Santo Biasatti, Juan Carlos Mareco, Juan Alberto Badía, Juan Alberto Mateyko, Orlando Marconi, Hugo Lamónica, Jorge Rossi, Jorge Rial y Chiche Gelblung.

"Me cuesta definirme -se sincera-. ¿Puedo decir que soy humorista y locutora? Porque es así. Si tuviera que elegir, llamaría a Juan Carlos Mesa o a Rolo Villar para que me escriban buenos libretos".
-Ahora trabajás desde la improvisación.
-Sí. Si tuviera que volcarme de lleno al humor preferiría tener el apoyo de un guión. Yo nunca sé lo que me va a preguntar Oro o el doctor Hadad y tengo que salir "al toro". Aunque lo que te dije sería el sueño del pibe.
-¿Por qué dejaste el programa de Karin Cohen y Jorge Lafauci ("De ahora en más", Radio 10, sábados de 10,00 a 13,00)?
-Porque así lo decidieron las autoridades de la radio. Ahora estoy la última hora del programa del doctor Hadad y todo el programa con Oro. Yo no estaba del todo convencida porque lo de Karin me gustaba mucho. Pero me convencieron de que es un progreso porque el que estoy ahora se trata del horario más fuerte de la radiofonía argentina.
-¿Cómo buscás los personajes?
-Me impresiona mucho la forma de expresarse de las personas y me quedan grabados los tics y los detalles. Por eso me resulta relativamente fácil. Los primeros personajes surgieron jugando fuera de micrófono cuando trabajaba con Juan Alberto Mateyko. Tal vez en algunos momentos de tensión o de pelea, por ejemplo entre el locutor y la producción, yo salía haciendo un personaje para descomprimir la situación. Así empezó. Más adelante me llamó Juan Carlos Mesa para participar de sus sketchs radiales.
-¿Qué humoristas de radio te gustan?
-Rafí, una chica muy capaz que estaba conmigo en lo de Mesa y que creo que no está haciendo nada. También admiro a Rina y Beba que son dos puntales de la radiofonía y son impresionantes. También a Rolo Villar (sus voces son perfectas) o Carlitos Russo. Escucho algo de FM porque mis hijos la ponen. Me divierten Fernando Peña y Elizabeth Vernaci aunque su estilo apunta a otro público. Son más zarpados. Lo que yo hago es más naif.
-Rescataste tres mujeres. Es raro porque no hay muchas haciendo humor. Y menos por radio.
-Es cierto, no lo había pensado.
-¿Por qué se da esto? ¿Teniendo en cuenta que hay un antecedente como Niní Marshall que pasó que parece no haber dejado escuela?
-Yo tengo una admiración celestial por Niní. Para mí era genial. Es curioso que no haya dejado una base de la pirámide más amplia. Pienso que la rspuesta hay que buscarla por el lado de que las mujeres somos muy coquetas. Y al hacer humor tenés que tener un sentido del ridículo para reirte de vos misma. Si no, no funciona.
-Se escuchan más locutoras "franeleras" que humoristas.
-Son tan coquetas que tratan de seducir hasta con la voz. Mucha voz acaramelada pero sin contenido. Hasta dicen cosas como "te mando un besito grande". Que encima es una tontería y no es el único error gramatical que cometen. Usan cuatro palabras y no salen de ahi. Es de terror.
-¿Está mejor considerada por las mujeres una locutora que una humorista?
-Creo que está muy subvaluado el humor. En Estados Unidos se llegan a hacer talleres de risa porque varios estudios demostraron que la carcajada hace bien a la salud. Cuesta mucho sonreir. Los seres humanos estamos tan cargados de soberbia que todo el tiempo tratamos de impresionar al otro con una postura. Lo importante es decir cosas serias y coherentes.
-¿Creés que te cotiza más ser locutora y humorista teniendo en cuenta esto?
-Pienso que sí. Yo noto que hay un reconocimiento. Le agradezco profundamente a Dios (soy muy creyente) que me permita reirme de mí misma. Creo que es un don. Por ejemplo, cuando hablo como si tuviera adenoides recuerdo cuánto sufrí por tener esa enfermedad.
-¿Debés tener la autoestima alta para reirte de vos misma, no?
-Para nada. Soy como esas modelos o vedettes que salen en bolas por todos lados y dicen: "Soy muy tímida". Yo me cargo mucho pero no sé si tengo la autoestima alta. Si un personaje no me sale perfecto y no puedo contestar como lo haría él ni lo intento. No me animo.
-¿A quién te gustaría imitar y no te sale?
-Tengo muchas ganas de imitar a esta chica que tiene los dientes para afuera... Cecilia Felgueras. El problema es que la gente no tiene demasiado conocida la voz de ella. Para que una imitación sea exitosa la gente tiene que reconocer rápido quién es el personaje.
-¿Cómo fue ese día en que Mercedes Morán creyó que eras Graciela Borges?
-Se dio así. Estaba hablando al aire, yo salí imitando y "entró". Lo mismo le pasó a Catherine Fullop y al "Pato" Galmarini, cuando era ministro de deportes, con la imitación de Sabatini. Con Galmarini no sabía dónde meterme. Cuando me puse a cantar se dio cuenta.
-¿Qué te parece la asunción de Juan Alberto Badía en Radio de la Ciudad?
-Como su programa, es "una buena idea". Yo trabajé con él y lo respeto mucho como profesional y como persona. Sabe mucho de radio y eso es muy positivo. Creo que va a hacer algo muy bueno. Lo único que espero es que pueda mantener la fuente de trabajo para todos los que están allí. Esto es algo que le pido a todas las instituciones de todos los gobiernos. Siempre le pido a Dios para que todos tengan laburo.


Gustavo Masutti Llach
Fotos:
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Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires, Argentina
Septiembre de 2000


sábado, 9 de septiembre de 2000

Alejandro Dolina: "Castelo me obligó a hacer el programa"


A lo largo de los años se hizo la fama de tener fácil el gesto adusto. Algo absolutamente injusto porque Alejandro Dolina siempre responde con cordialidad a todo aquel que se le acerca. Se lo nota entusiasmado, feliz. Es que el hombre está orgulloso de su obra. "Lo que me costó el amor de Laura" pasó de ser un éxito discográfico a una obra de teatro, que a pedido del público debió agregar par hoy una función. Junto a él se presentan el Maestro Federico Misrahi, Julia Zenko, Guillermo Fernández, José Angel Trellez, los Huanca Hua, Marcelo San Juán y Quique Pessoa, entre otros. Curiosamente, cuando se enciende el grabador, el tuteo se transforma en un respetuoso trato de usted, que mágicamente se esfuma cuando termina la nota. Como si un personaje se hiciera cargo del cuerpo para contestar las preguntas en un trance que dura lo que el reportaje. "Más que un placer o un capricho, presentar "Lo que me costó el amor de Laura" es una fatalidad -asegura-. Las decisiones de esta índole tienen algo de inevitables. También es un gusto, claro. Pero más que una diversión o una sensación de fiesta las elecciones artísticas, si se es sincero, siempre tienen algo de fatal".
-¿Porque conllevan la angustia de cotejar el producto final con lo que se había imaginado al crearlo?
-Eso es inevitable. Pero al margen de eso, elegir ciertos caminos artísticos también lo es. No tiene que ver con los negocios, ni con la satisfacción personal ni con la mera vanidad. Ni con el deseo de acuñar un éxito o con las maniobras de la industria. Es como cuando uno escribe: Se hace por necesidad.
-¿Cuáles serían esas "maniobras de la industria"?

-Por ejemplo: "Vamos a hacer una obra para el día de la madre o para fin de año". No hago ese tipo de cálculos ni me siento mejor por no hacerlo.
-¿No le salen o no le interesan?
-Ni una cosa ni la otra. Creo que no me interesa, pero si me interesara, no me saldría.
-¿Con respecto a "Lo que me costó...", consiguió que se le fuera de las manos como autor?
-Sí. Ya no me pertenece. Tomó sus propios rumbos. Por eso cuando a veces me preguntan puntualmente por qué determinado personaje actuó así no sé qué contestar. Y está bien que no lo sepa. Porque el autor demasiado sabihondo termina por modificar a cada momento la obra y pone en boca de los personajes frases sentenciosas. Por eso conviene que se nos vaya de las manos.
-¿Cree que el autor sabelotodo subvalúa el nivel de su público?
-En algún punto. Como cuando se exagera la manipulación de la obra, por ejemplo, para buscar una moraleja. Hay autores que para imponer un pensamiento tratan de hacerlo patente cada cinco minutos. Esto es muy molesto. En estos casos se subvalúa al público, a la obra y hasta al arte.
-La referencia era para lo que en fútbol sería: "el que está en el banco siempre juega mejor". Mucha gente cree que vio en la cuna al Bebé de Rosmarie a pesar de que Polanski nunca lo mostró. ¿Siempre lo que se imagina el público es más poderoso?
-Es cierto, en tanto y en cuanto sea sugerido con maestría como en ese caso. Esto sucede, insisto, con autores preocupados por mostrar ciertos pensamientos. Eso no está bien. Es cierto que detrás de cada obra hay una estructura y sentires que son básicos. Pero eso debe adivinarse. Imagínese que va al cine y a cada rato aparece el director en pantalla para decir: "¡Guarda que esta película es a favor de los negros! Sería despreciable. Se debe confiar en que ciertos milagros se produzcan solos.
-Esto de que usted trate de no ir por los caminos comerciales, como usted dice...
(Se adelanta)-
No es que trate. Es mi camino y casualmente no es el comercial.
-Retomo. El disco y el libro se vendieron muy bien, sin embargo no tuvo gran "rebote" en los medios.
-Un disco como el mío, que vendió más de 80.000 placas suele ser pasado por radio. Esto no ha ocurrido. No sé por qué. Mire lo que le voy a decir sin tratar de ser ofensivo. Es posible que aquellas virtudes que nos hacen elegir trabajar en algunos medios de comunicación son las mismas que nos alejan de cierta estética. No creo que haya una equivocación en mí o en quienes no se intesan por lo que hago.
-¿Entonces?
-Simplemente aquella estética que convierte a una persona en empleada de un medio es la misma que lo aleja de mi modesta obra. Es natural. Y no digo que soy mejor. Seguramente soy mucho peor. Pero no hay esa empatía que se dio con cierta parte del público o con algunos docentes que se interesaron en esta obra. Nada más que eso. Nunca me quejaría de una conspiración. Por el contrario, la prensa siempre me trató muy bien. Pero también sufrí una simpática incomprensión. Muchas veces me aplauden por virtudes que no son mías.
-¿Todo lo que dice corre también para "La venganza será terrible" (el programa que va por continental a la medianoche)?
-Seguro. Me han dicho que el mío es un programa costumbrista. No lo es. Y si llega a serlo, es por un rato. De ningún modo es lo central. Esta pereza mental de arrinconarme en un hombre de barrio preocupado por la desaparición de las bolitas y que vive esperando el regreso de tiempos que se han ido, es falso. Realmente no siento así. Pero es tan falso como simpático y bien intencionado. Si hasta me dan premios por eso (risas).
-¿Se sigue enojando cuando le preguntan por qué va primero o por qué lo siguen los chicos?
-No, al contrario. Sigue siendo un misterio. Lo que me enojaba era que me preguntaran: "¿Por qué el programa tiene éxito?". Porque eso supone la presencia de algo sospechoso. Como si yo fuera a contestar que se debía a que habíamos sobornado a tal o cual funcionario (sonríe).
-Su público de radio es adolescente-joven. ¿Esto tiene que ver con el horario, con el tono...?
-La primera respuesta es que no lo sé. La segunda es una sospecha. Umberto Eco decía que si bien podemos seguir emocionándonos con lo trágico, aún cuando tenga dos mil años de antigüedad, no nos pasa lo mismo con lo humorístico. Nos resulta más fácil conmovernos con los héroes de Homero que reirnos con las comedias de Aristófanes. Pero no hace falta irnos hasta tan lejos. Ya el humor de principios de siglo, los mismos chistes que hacían gracia a nuestros padres y abuelos parecen no funcionar con nosotros. Creo que a lo mejor hay una identidad de proceso humorísticos entre el programa que yo hago, que soy un hombre grande, y las personas más jóvenes. Ahí debe estar el cruce generacional. No en una cuestión doctrinaria, principista o política. No. Está en el compartir el gusto por cierto tipo de humor.
-¿Este público adolescente no le juega en contra a la hora de buscar anunciantes?
-Este mismo desapego que se puede notar en los medios para con algunos éxitos que tuve, se repite a la hora de buscar auspiciantes. Nuestro programa es uno de los más escuchados de la radio de todos los horarios, incluso las mañanas. Y sin embargo no tiene un gran volúmen de publicidad acorde a esa audiencia. Esto es porque está instalada la superstición según la cual los oyentes de mi programa serían marginales. Como son estudiantes no compran nada. No sé si esto es verdad. Pero para los jefes de medios parece serlo.
-¿Tiene alguna ventaja esta situación?
-Sí, porque en el plano artístico este inconveniente económico se transforma en una ventaja. El que me sigue es un público que, lejos de exigir que uno sea conservador o vuelva a viejas recetas, está contínuamente exigiendo. No quiero caer en el horror de citarme a mí mismo, pero una vez me preguntaron qué debía agradecerle a mi público. Dije que si alguna noche yo me sentara frente al micrófono para decir: "¡Qué hermosa noche para salir a pasear por un parque o encontrarnos con seres queridos! Verdaderamente, esta primavera es estupenda". Si llego a decir eso mi público no me creería y se iría pronto con otros rumbos. Eso se lo tengo que agradecer. Yo no puedo decir: "Un día como hoy, pero de 1810 nació fulano de tal" ni "¡Qué linda que se vino la locutora con su solero colorado!". Lo digo sin petulancia.
-Esto le puede jugar en contra. Como cuando quiso ponerse un 0-600 y la gente silbaba cuando lo promocionaban.
-E hizo muy bien.
-¿Ah sí? En su momento se enojó por tener que levantarla.
-Es cierto. Como también me enojé o me puse muy triste porque no pude estar en la televisión. Y hoy comprendo que eso fue una fortuna.
-¿Por qué?
-Porque vaya uno a saber las traiciones que hubiera tenido que cometer para mantenerme en un foro tan exigente.
-¿Hasta cuándo tiene contrato con Radio Continental?
-Hasta fin de año y es muy probable que lo renovemos.
-¿Todas las negociaciones fueron con los nuevos dueños de Telefónica?
-Sí, falta casi un trámite para que firmemos.
-El arreglo de ustedes es muy particular.
-Sí, nosotros arrimamos algunos anunciantes, no muchos, y la radio pone un dinero.
-A lo que iba es que no es común que Continental tenga coproducciones, ustedes son los únicos.
-No es común, es cierto. Pero tampoco lo es que un programa mantenga durante tantos años un nivel superior al cincuenta por ciento de participación en el share. O que esté siempre posicionado entre los seis o siete programas más escuchados de la radiofonía. Esto lo digo como pieza de cambio a la hora de pelear un contrato. No es que crea demasiado en esas cosas. Se puede tener un producto malísimo y ser aplaudido por las muchedumbres.
-Adolfo Castello me dijo que lo obligó a usted a hacer "Demasiado tarde para lágrimas".
-Es verdad. Yo no quería hacerlo porque nos convocaron para un programa al mediodía. No gustó y al mes nos levantaron. Nos ofrecieron el horario de la una de la mañana y le dije: "Adolfo, no. No nos van a escuchar ni nuestro parientes a esa hora". El insistió y me propuso probar un mes. Con eso bastó. Aquel programa era más sencillo y menos pretencioso en el buen sentido que este de ahora. El público mismo lo fue modificando.
-¿Puede ser que ahora se lo note un poco más abierto a hablar de la vida privada?
-No. Cuando lo hago, elijo tocar generalidades. Nunca di el nombre de una persona vinculada a mi vida. No sólo por el cuidado que hago de mí mismo, sino por la inevitable protección que debo hacer del otro. Hay secretos que no sólo le pertenecen a uno.
-Pero no sólo existen las cuestiones románticas. Hace poco hizo una referencia a uno de sus hijos. Algo inédito.
-En algún momento de mi vida fue necesario cuidarlos un poco más. No voy a decir otra cosa.

Alguna vez Alejandro Dolina dijo: "Yo tengo una lista de respuestas ingeniosas para los reportajes y trato de llevar la charla para esos caminos así puedo lucirme. De este modo, no importan las preguntas porque siempre voy a terminar diciendo lo que quiero". Sin embargo, esta vez no dio esa sensación.

Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Setiembre de 2000

miércoles, 6 de septiembre de 2000

Carlos Varela : "Pido la colegiatura para el periodismo".

"Lo último que hace un periodista antes de que cierren el cajón es escribir su lápida". Su estilo es polémico, llano y frontal. Por eso, desde sus dos programas en Radio Libertad, AM 950, Carlos Varela genera odios y amores en quienes lo escuchan. Empezó en el periodismo a principios de los '60 detrás de las cámaras de Canal 13 y llegó a entrevistar a Augusto Pinochet, Francisco Somoza, François Mitterrand y al Papa Juan Pablo II entre otros. Hoy conduce "Varela punto com" (lunes a viernes de 6,00 a 9,00) y "Regresando" (lunes a viernes de 17,00 a 20,00). "Creo que fui el primero en hacer una 'primera mañana' y una 'vuelta' en Radio Del Plata y El Mundo hace más de quince años", aventura.
-¿Cuáles son las principales diferencias entre los dos horarios?
-A la mañana son todas notas breves con muchos títulos e informaciones de servicio. La tarde es más laxa, tranquila y se puede desarrollar mejor un tema porque el oyente está en otra posición. De 6,00 a 9,00 el oyente se está afeitando, duchando o saliendo a la velocidad del rayo. Me siento más cómodo a la tarde. De hecho, a la mañana le pongo un poco más de tiempo a los títulos porque mi slogan es "pocas noticias pero bien tratadas". Me parece más adecuado hacer un background al oyente y explicarle por qué pasa lo que pasa. Si uno da sólo el título es como si le tira a la gente un bife de chorizo crudo. Con eso no se puede alimentar.
-¿Cuál es su "target"?
-Gente de 30 años con aspiraciones socioeconómicas medio y altas y que le exigen a la radio más de lo que tradicionalmente le da.
-¿Este público se dio o lo buscó porque es el más codiciado por los anunciantes?
-Lo busqué desde el principio, en 1972, porque quería gente que estuviese capacitada para reflexionar, rebatir o debatir. Del otro sector hay mucha gente que se ocupa. Además mi público tiene la ventaja de que es el buscado por las aerolíneas, los celulares y las tarjetas de crédito.
-¿Se está fragmentando cada vez más el mensaje radial?
-Los programas de la mañana se hacen muy fácil porque hay catorce diarios que la gente no leyó todavía. Le agregan un poco de gritos y música carnavalesca y llenan tres o cuatro horas. Hay una diferencia entre el comunicador y el periodista. Este último puede dar un marco referencial mientras el otro simplemente lee. Si te sentás ante un tema y tratás de desentrañarlo eso es más difícil y requiere de una formación universitaria. A la mañana hay muchos programas de radio pero no sé si la gente está informada.
-¿Quiénes son los comunicadores y los periodistas de la mañana?
-Nombro algunos que respeto con todas las diferencias de criterio que puedo tener. Magdalena (Ruiz Guiñazú) tiene autoridad en muchos rubros, Nelson Castro también. El estuvo trabajando conmigo muchos años y es muy serio y estudioso en varios temas. Daniel Hadad es más joven pero tiene muchas horas de vuelo y un gran equipo atrás.
-¿Ari Paluch y Roman Lejtman?
-Me quedo con Nelson Castro, que tiene una formación universitaria que le da otro nivel de profundidad y respeto. Porque cuando uno no sabe de un tema debe contratar a un especialista o sacarlo por teléfono. Pero a la mañana se escucha que hablan de derecho constitucional, economía, finanzas, sexo en Estambul o lo que venga. Un periodista no puede hacer eso. Debe hablar de lo que sabe o callar y consultar.
-Fernando Bravo me dijo que es un "locutor curioso".
-Eso es muy valioso. Porque ahora ex-futbolistas, ex-jueces y hasta ex modelos conducen programas. Por eso pido la colegiatura para el periodismo. Para que decida quién puede y quién no puede trabajar aunque a las empresas no les convenga porque deberían pagarles lo que valen.
-¿Dónde hay colegiatura?
-Chile, algunos países escandinavos y en Estados Unidos es mixto según los estados.
-¿No sería limitar el acceso a una gran cantidad de gente a los medios?
-Ese es el mismo argumento que el de la universidad con ingreso irrestricto. En Cuba, por ejemplo, nadie va a estudiar si no amerita que es valioso para la sociedad. Uno ve en Italia, Canadá o Estados Unidos a sesentones frente a la pantalla que están por lo que saben, no porque son galanes. Aquí una ex modelo, novia del programador de turno puede conducir un noticiero. Esto pasó, pasa y no tiene visos de cambiar. Además, aquí el periodista primero expone su ideología y luego va a la noticia, cuando debería prescindir de su ideología. Yo no puedo pretender que es bueno sólo lo que a mí me conviene. De hecho reconozco las bondades de algunos gobiernos socialistas a pesar de ser un amante de la libertad.
-¿Qué opina del gobierno de De la Rúa?
-Nunca en tan poco tiempo un gobernante perdió tanto crédito como él. Es altamente ineficaz, tiene una gran pirotécnia pero los de la Alianza demostraron que son tan corruptos como los peronistas o cualquier otro. Ellos criticaban la vida del presidente Menem, sus viajes y las actividades de sus hijos. Ahora hacen exactamente lo mismo. Al avión de De la Rúa subió gente cuyo mayor mérito es ser familiar o vecino del presidente.
-¿El menemismo?
-Hizo muchas cosas buenas y al tiempo, malas. Argentina pudo haber salido hacia una mejor administración de la cosa pública. Si la gestión de Menem hubiese sido menos corrupta y con un cordón de protección social, hubiera pasado a la historia. Con todo, lo prefiero al gobierno actual, donde se ve el odio que se tienen el presidente y el vice.
-¿El gobierno de Alfonsín?
-Pudo haber sido el eje de la pacificación nacional y convirtió el suyo en un gobierno de revancha. Además de un fracaso en lo económico y social. Hoy es un buen puntero político.
-¿El Proceso Militar?
-Fue un horror en todo sentido.
-¿Hoy podría trabajar en Canal 7?
-No. Salvo dos o tres, los funcionarios ni me atienden el teléfono. Durante el gobierno de Menem yo llamaba a Olivos o a la Casa Rosada y a veces el ex presidente salía al aire sin cuestionario previo y con temas ríspidos como los guardapolvos de Bauzá.
-¿No quedó pegado al menemismo?
-Voy a contarte algo: hace 35 años que soy amigo de De la Rúa. Pero él hoy no saldría al aire con Varela porque está acotado por un ejército de jóvenes turcos que le dicen con quién debe hablar.



Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires - Argentina
Septiembre de 2000




Hugo Paredero: "No es negocio un programa de arte"

La carrera de Hugo Paredero comenzó en 1972 pero no como periodista sino como actor. Por entonces era compañero de curso con Alejandro Urdapilleta y Juan Leyrado, "pero no tuve ni el talento ni la constancia para seguir luchando" afirmó alguna vez. Paralelamente desarrolló su pasión por la escritura y de la mano de la hoy desaparecida revista "Humor" se hizo un nombre como crítico de espectáculos. Empezó en radio en 1983 y en el ´90 presentó el proyecto de "Por amor al arte" en radio Del Plata. Pasaron diez años y dos radios (desde agosto pasado se emite de lunes a viernes de 14,00 a 17,00 por La Isla, FM 89.9) y el programa sigue firme. "Ya debo ir por las ochocientas emisiones, no llevo la cuenta. 'Por amor al arte' tiene un formato magazine y lo defino como un encuentro de amigos que siempre se reúnen para hablar de lo mismo. Hay códigos, claves y maneras de insultar o emocionarse que son comunes. También elijo la música, que es bien ecléctica, salvo cuando viene un invitado músico, que se programan sus temas".
-¿Qué vicios radiales se te pegaron en este tiempo?
-El de hablar mucho. El silencio es una de las cosas que te pide la radio, paradójicamente. Tendría que ponerme límites porque al hablar de más corro el riesgo de decir pavadas. El problema es que como suelo estar sólo frente al micrófono me dejo llevar y me freno sólo cuando el operador me avisa que va la tanda.
-El titulo del programa, "Por amor al arte" puede generar equívocos...
-Sí, más de una vez tuve que aclarar que no lo hago gratis. Amo el arte al punto que debo volcarlo en el medio que elegí, en este caso la radio. De ahí viene el título. Todos somos un poco así: ya sea silbando una canción o recordando un poema, tenemos el arte presente en nuestra vida.
-Demostraste que puede durar en el tiempo. ¿Pero es rentable económicamente un programa sobre arte?
-No. Y si me preguntabas si era negocio hubiera pensado que me estabas cargando.
-¿Tenés la cantidad de anunciantes necesarios?
-Ahora no. Hay momentos y momentos. No llegué a poner plata de mi bolsillo pero alguna vez hice el programa sin cobrar. Todavía espero aquella persona que sepa vender un programa de radio como este, que es atípico. Encima choca con el prejuicio "cultural-aburrido". Pero tenés otras satisfacciones. A veces hacemos un concurso difícil: leo las primeras líneas de un cuento una novela famosa (no obvio como "En un lugar de la Mancha...") y tienen que acertar autor y título. Los oyentes acertaron siempre, nunca fallaron. Encima además de profesores de literatura o bibliotecarios, ganadores lógicos, han acertado taxistas y empleados administrativos. Eso es muy conmovedor.
-¿Cuál es tu relación laboral con la radio?
-Soy empleado de La Isla. Y existe una coproducción para la venta de publicidad. Pero en todo caso sería un "plus". Soy casi una mosca blanca por lo infrecuente. Porque la coproducción es un "bajón". ¡Uno no sabe vender publicidad...!
-¿Escuchás radio?
-No. Tengo el vicio de poner la radio en la que estoy trabajando hasta llegar al trabajo. Es una manera de empezar a estar allí. Así la disfruto desde antes. Si no pongo un disco. Me encanta la radio. Mucho más hacerla que escucharla. Sin duda (enfatiza). Sería muy aventurado para mí hablarte de un panorama de las radios.
-Cambiando de tema, ¿tenés esperanzas en la política cultural de la Alianza?
-Si digo que sí no lo puedo fundamentar. Descreo del lugar que se la da a la política en la Argentina desde hace siglos. No importa el color del gobierno. Estamos en un punto de inmadurez emocional muy grande como para tener esperanzas. Es descorazonador lo que digo, pero es necesario para tomar conciencia de la realidad. Aunque como decía Nietzche, "tenemos el arte para que la verdad no nos mate".
-¿Te parece creíble Darío Lopérfido, el secretario de medios y cultura?
-Lo veo artístico, entonces me cae bien.
-¿Cómo?
-El es artístico en su manera de comunicar. Pero como es político vive hablando del "mañana" y del "ayer", nunca del "hoy". Eso me deprime. No sé si es "sushi" pero debe comer. Por lo menos parece no molestarle el apodo. Ahora bien, y esto lo debe saber su analista (si es que lo tiene), habrá que ver si es esencialmente un político o un hombre de la cultura. No es lo mismo y ojalá que sea lo segundo.
-Estudiaste teatro con Leyrado y Urdapilleta.
-Sí, con Martín Adjemián en el Vitral que estaba sobre la calle Montevideo.
-Ellos se manejaron distinto frente a la tele. Uno se popularizó gracias a Panigassi y el otro se niega a la TV.
-Los conozco mucho a los dos, los valoro y los quiero. Los dos brillan. No creo que Urdapilleta viera como una traición hacer TV. Sí creo que le parecería un sobrepeso hacer una tira diaria. No podría con su alma porque se sentiría atado.
-Se dice que los críticos son artistas frustrados. ¿Es tu caso?
-Yo hubiera querido ser más artista que crítico, pero no soy un frustrado. Lo que vale la pena cuando vas a ver una obra es ser artístico. Puede serlo cualquiera si se conecta con la película el libro o el disco y lo contás. Nunca se me ocurrió ser crítico. Simplemente "Humor" irrumpió en mi vida y me empujó el destino. Yo, encantado. Eso me generó una cierta responsabilidad porque llegamos a vender 350.000 ejemplares.
-¿Cómo viviste el cierre de "Humor"?
-Como el de un enfermo terminal que finalmente se muere. Yo sentí que acompañé a ese moribundo durante el último año y medio. Fui testigo y víctima de esa agonía. Por eso sufrí el definitivo golpe de dolor, pero también viví el clásico alivio. Ahora me vienen recuerdos y me pasa aquello de "mirá cómo empezó, por dónde fue y de qué modo terminó".
-¿Qué le pasó, perdió credibilidad?
-Es difícil verlo desde adentro. El país cambió y la revista se llenó de competencia. Todos pasaron a ver la realidad con la lupa de "Humor" (no digo que la imitaban). La sociedad se llenó de permisos y algunos lo aprovecharon mejor. De pronto, "Humor" pasó a ser del montón.

Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires, Argentina
Octubre de 2000

martes, 5 de septiembre de 2000

Eduardo de la Puente: "Los que hacemos Rock and Pop hemos crecido".

Comenzó como periodista gráfico y su cara se hizo famosa a partir de la masividad que le dio "Caiga Quien Caiga" por TV o ahora por "Volverte a ver". Sin embargo, a Eduardo de la Puente se lo ve mucho más cómodo dentro de un estudio de radio. El mismo que comparte con Mario Pergolini y Marcelo Gantman con quienes lleva adelante "¿Cuál es?" (Rock and Pop, FM 95.9, lunes a viernes de 9,00 a 13,00]. "Arrancamos en el '93 a la tarde y a los seis meses conseguimos que nos pasen a la mañana, que era un horario que veníamos codiciado desde hacía tiempo", recuerda.
-Me sorprende, porque durante el primer año se quejaban de levantarse temprano.
-Se hacía bravo porque no teníamos hijos y nuestros días terminaban muy temprano al día siguiente. Hasta que acomodamos el reloj biológico pasó un tiempo.
-Era otra etapa en sus vidas.
-Y... sí. Eramos más jóvenes y alocados. Los programas los empezábamos arruinados y con toda la resaca del día anterior. Pero contentos ya que buscábamos la mañana porque es el horario más fuerte y que además te permite moverte con una dinámica muy acelerada.
-¿Cómo les va en el rating? Hasta hace poco eran los más escuchados de AM y FM.
-No le doy mucha bola al tema pero sé que estamos en un vaivén. No tengo idea ni con quién peleamos los primeros puestos. Pero estamos siempre. De pronto sale un nuevo género que vende como nunca y quedamos relegados a un segundo o tercer puesto. Cuando pasa se vuelve a la fuente. Nosotros venimos liderando y cada tanto tenemos una impasse de un par de meses en las que suben las novedades y después decanta.
-¿Cuál es el último caso?
-Fue muy notorio lo de la Mega. Pegó, fue primera y rompía todo. Bueno, ya bajó y está en lo que creo que es una picada que no se detendrá. Lo mismo que pasó con la Z 95 en su momento, modas que como tal, terminan pasando.
-¿Entonces el público de ustedes es cautivo? Porque Rock and Pop también arrancó como una moda en los '80.
-Sí, y supo mantenerse. Los que hacemos esta radio hemos crecido. En mi caso tengo 36 y el público fue acompañando ese crecimiento. Sin embargo esta radio tiene un target adolescente que es primordial. Con Mario nos reímos porque vienen pibes de 16 que dicen que escuchaban "Malas Compañías". ¿Dónde, en el kinder? Por suerte hay mucha pendejada y aquellos que acompañaron los inicios de la radio hoy son clase dirigente y nos siguen escuchando.
-¿Se parten en dos?
-No, porque no hacemos nada premeditado. Nuestra forma de laburo es: hacemos el programa para nosotros. La fórmula es lo que nos sale, lo que nos gusta y lo que nos divierte. Si te cae bien te sumás. Tengas la edad que tengas y pertenezcas al grupo social que sea.
-Ari Paluch me dijo que se fue de la radio porque "no se bancaba más el personaje Rock & Pop del 'macho argentino'.
-Qué raro. Porque la programación de la radio está más segmentada que nunca. En algún momento había como una unidad que se mantenía más allá de que cambiaban los programas. Hoy no podés meter en la misma bolsa lo que hace la Negra Vernaci a la tarde con lo nuestro, más allá de algunas cuestiones subyacentes que son inherentes a todos. No hay un "perfil Rock and Pop". Si fuera así, Roman Lejtman no podría trabajar acá si no sabe qué carajo es Metallica y pone a Serrat.
-¿Cuáles son las características comunes a las que hacés referencia?
-Que cada uno que tiene un micrófono adelante dice lo que le pasa por la cabeza.
-"¿Cuál es?" se caracterizó siempre por innovar. Me decías que están asentados y crecidos en relación con los inicios. ¿Se están volviendo más conservadores?
-Al contrario. Todo lo que hacemos en el núcleo familiar, como asentarse y tomar responsabilidades, es un hecho. Pero gracias a Dios tenemos la radio como contrapeso. Podemos hacer cosas que nunca haríamos en nuestra vida privada. Es una suerte de escape libre donde nos permitimos tomar riesgos.
-¿Es decir que el matrimonio y la paternidad te desdoblaron?
-Sí. Sufro de una saludable esquizofrenia.
-¿Cómo es ser durante tantos años empleado y amigo de Mario? Porque no sos socio ¿no?
-No. Es bárbaro. Eso me allana muchísimo el camino. Tenemos una relación frontal y sabemos cuando el otro está patinando y lo podemos decir sin maquillaje. También es bueno saber que hay cosas que no se hacen por amistad. Si él me ofrece laburo es porque sabe que le sirvo en eso. De hecho nuestra amistad ya no tiene la fluidez social de otros tiempos. Porque nos vemos tantas horas por día...
-¿Y la plata?
-Nunca discutimos. Cuando no teníamos ni un mango, nos prestábamos mutuamente y nunca hacíamos cuentas. Porque cada vez que tratábamos de hacerlo decíamos: "Empecemos de nuevo". Hoy es igual. Sé que me paga hasta donde puede. No nos vamos a cagar entre nosotros. Cuando empezó "Caiga..." se pagaba poco porque hasta se bancaba con plata de "El Rayo". Después, cuando levantó vuelo nos mejoraron a todos enseguida. Es muy noble. En los proyectos arriesgados hasta voy gratis con él porque sé que cuando hay ganancia, se reparte.
-¿Qué te pasa cuando ves a Shakira con Antoñito y ya no está "CQC"?
-A veces uno dice: "Pucha, qué lástima". Pero también soy conciente de que recién ahora se podría hacer un programa semanal sin mucho rebusque. Faltaba material. Con Carlos (Menem] se nos fue mucho de esa cuota farandulera.
-¿Te parece que hubo un cambio en eso?
-En realidad me parece que ahora es hasta más perverso por el tema del discurso. Se habla de austeridad y bajo pefil y es todo mentira.
-¿Escuchás radio?
-Un poco a Santo Biasatti y a Lejtman cuando vengo para el estudio. Me aburro o me indigno con lo que dicen los dos y pongo un disco. A la tarde a veces a Juan Di Natale.
-¿Y a quienes respetás?
-A Lalo Mir, Bobby Flores y el "Ruso" Verea; el "Negro" Dolina me hace bien, me sorprende y me divierte.
-¿En 2001 se mudan a lo que era Nostalgie?
-Tenemos contrato hasta fin de año con Rock and Pop. De lo otro no sé mucho y como el guiso está medio revuelto, prefiero no meterme en el tema hasta que no estén separados los ingredientes. Eso sí, formamos un equipo de 21 personas y donde estemos, vamos a seguir juntos.


Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires - Argentina
Septiembre de 2000

domingo, 3 de septiembre de 2000

Fabio Alberti: "No creo que llegues muy lejos bajando chistes de Internet".


Todas las tardes, desde 1998, en "Day Tripper" (Rock & Pop, FM 95.9, lunes a viernes de 13,00 a 17,00 conducido por Juan Di Natale y Diego De La Sala) se puede escuchar al sacerdote Peperino Pómoro, a Armando C. Bronca, a Goyo (un flatulento millonario), a Cabeza de Balde (que se acuesta con todos los famosos), a Gambarola (un policía que sobrevuela la ciudad en helicóptero), a Sancho García García (un español gay, comentarista de espectáculos), a Susana Anchoita Heavy de Muzza (alias Yoyi, feminista), a Héctor Bidonde Nafta (que protesta por los derechos de los actores) o al General Obtuso. Todos ellos son creaciones de Fabio Alberti. "A Juan lo conocí en una de esas charlas en las que se va a responder inquietudes de los adolescentes -recuerda-. Nos caimos bien y ese mismo día me invitó a participar de su programa".
-Esta no es tu primera experiencia radial. En los ´80 trabajaste para Juan Alberto Badía en la radio ¿no?
-Sí. Iba, estaba en el estudio y cada vez que me interesaba me metía en la charla con un personaje. Pero era muy temprano y no me cerraba mucho tampoco. Todo el tiempo me preguntaba ¿Qué hago acá? Al final duré dos semanas. (De esa experiencia nació el actual personaje de Juan Alberto Bodrio, un locutor tonto y aburrido, pero no lo reconoce).
-Fernando Peña te mencionó como uno de los humoristas radiales que más le gustaban.
-Le agradezco mucho que se haya acordado de mí. Me imagino que me mencionó porque tenemos una forma parecida de laburar. El tambien trabaja desde la creación de personajes y es lógico que se sienta identificado conmigo.
-¿Sos de escuchar radio?
-Muy poco. En otra época sí.
-¿Cuándo?
-En la mitad de los ochentas. Me gustaba mucho la primera Rock & Pop y la que vino después con, por ejemplo, "Radio Bangkok" (el programa de Lalo Mir, Bobby Flores y Douglas Vinci). También lo ponía a Mochín Marafiotti.

Su cara se hizo conocida en "De la Cabeza", aquel programa de TV encabezado por Alfredo Casero y Mex Urtizberea y que después evolucionaría en "Cha Cha Cha". El rastro de Fabio Alberti se puede seguir en "Delicatessen" y actualmente en el exitoso "Todo x 2 Pesos", donde forma una hilarante dupla con Diego Capusotto (que además tiene sus participaciones en "Day Tripper" junto a Fabio como Nacho Copani, DJ Morcilla o Pipo Lanard).
-¿Elegiste el "camino largo y difícil" a la hora de hacer humor?
-Puede ser. Pero tampoco creo que llegues muy lejos bajando chistes de Internet. Por más que sea más fácil.
-Sin embargo hay muchos que lo hacen y algunos hasta tienen audiencia y reconocimiento.
-Cada uno que haga lo que quiera o pueda. O lo que cree que debe. A la larga todo se termina decantando. Lo que yo hacía hace unos años tal vez era para que lo consumieran treinta personas. Hoy será para setenta y ya no es exclusivo de una tribu urbana.
-Pero con ese estilo de los personajes corrés más riesgos.
-Por supuesto. Estás siempre al límite. Porque si con la improvisación entrás en un camino que no te lleva a ningún lado, podés quedar chapoteando en la nada.
-¿Te pasa?
-Mucho más seguido de lo que quisiera.
-¿Cómo manejás el tema de lo que se puede decir o no?
-Por supuesto que tengo mi censura. En algún momento me paro a pensar: ¡Momento! Si digo esto me pueden dar "un tirón de bolas". O alguien se puede enojar.
-¿Lo charlás con Juan antes de salir al aire?
-No, es autocensura. Más o menos uno sabe, por sentido común, qué es lo que se puede decir y qué no. Y por más que haga todo lo posible por evitarlo, a veces se me escapan algunas barbaridades. En la televisión lo puedo "zafar" porque se vuelve atrás y se graba de nuevo. En la radio vas sin red. Por eso tengo que tener mucho más cuidado y seguramente me voy a callar la boca mucho antes.
-¿Te planteás el tema de la censura?
-No tanto. No es que uno ve cercenado su derecho a opinar. Simplemente no se dicen ciertas cosas porque no da. En televisión, por ejemplo, llegamos a poner al aire a "El hombre que come caca", que es algo que sólo de pensarlo me causa gracia. Teníamos ganas de hacerlo con Diego desde el primer programa y no nos animábamos. Pero después pensamos: "Si la televisión muestra cualquier barbaridad, ¿por qué no vamos a poder mostrar un tipo comiendo chocolate en cámara?". ¿Cuál sería el problema? ¿Decir la palabra "caca"? Al final lo pusimos y no pasó nada. En la radio es igual. Vas tanteando qué se puede decir de acuerdo a las repercusiones que tiene. Y esa misma estrategia te va a marcar si se puede o no decir lo que querés.
-¿Es verdad que no te gusta la comedia estadounidense?
-No sé si es tan así. Digo que no puede ser que en la Argentina todos aspiren a ser el gran cómico estadounidense. Miralo a Pettinatto, que quiere ser Seinfeld. Yo me pregunto: ¿Seinfeld querrá ser Pettinatto? A mí no me interesa en lo más mínimo. Si se quiere hacer una comedia como "Seinfeld" o "Friends" nada más que para demostrar que podemos, se cae en un lugar de shopping. Esa de: "mirá qué bien que acomodé la ropa en la vidriera aunque no vendo nada". Parece un conchetaje prejuicioso.
-Más allá de si te gusta o no.
-Son diferentes maneras de trabajar. Imaginate que nosotros no podemos acceder a veinticinco guionistas como ellos. Y es otro mercado también. Los "Kids in the Hall", por ejemplo, hicieron durante cuatro años un programa chiquitito, de culto y hoy son todos millonarios. Benny Hill tenía contratados catorce guionistas. También había una estructura para sostenerlo.
-Dejando de lado si se les puede pagar, ¿hay disponibles catorce guionistas de humor de ese calibre en la Argentina?
-No. Si hubiera, alguien lo pagaría. Tampoco conozco a los yanquis, pero si son todos como James Cheek, el embajador ese que nos mandaron y que decía que era hincha de San Lorenzo...

Gustavo Masutti Lach
Revista Ahora- Diario Cronica
Buenos Aires - Argentina
Septiembre de 2000


sábado, 2 de septiembre de 2000

Carlos rodari: "En un medio oficial hay más libertad que en un multimedios"


"Empecé a cavarme mi hermosa tumba cuando en el '55 cayó Perón y comenté, sin ser peronista, que era preocupante ver qué gente había ido a festejar". Así se presenta Carlos Rodari, quien pese a ser una verdadera leyenda de la radio está fuera de la programación de las emisoras comerciales. Hoy se lo puede escuchar en Radio de la Ciudad, AM 1110, de lunes a viernes de 15,00 a 17,00 con su clásico "Haciendo Camino". "Siento que estoy un tanto olvidado", confiesa. "Por ejemplo, me dejaron afuera del programa por los 80 años de la radio cuando creo que algún mérito tengo. Pero tampoco quiero ser injusto con gente como Pepe Eliaschev que se acordó de mí en momentos difíciles".
-Usted nunca ocultó su simpatía política.
-Antes de hacer mi primer reportaje político en el '83 aclaré que soy afiliado radical. Creo que es imprescindible que cualquiera que opine ideológica o políticamente debe aclarar dónde está ubicado.
-¿En aquel programa del '83 los oyentes salían al aire sin red?
-Sí. Más allá de que digan que Martinheitz lo había hecho, fui el primero en hacerlo directamente. Los problemas que podía tener eran con gente que pensaba distinto pero nunca faltaban el respeto. Ya por entonces se empezaba a vislumbrar el proyecto de país que ahora tenemos, aunque todavía no lo sabíamos. Por eso empecé a buscar otro tipo de reportajes como a Osvaldo Soriano o a Juan José Sebrelli. Esto se prolongó hasta el '93 cuando me enteré que Clarín compraba Mitre.
-¿Eso determinó su salida?
-Los grandes medios tienen su discurso y uno decide si hace de comparsa o no. Como me enteré antes del traspaso le pregunté a varios políticos porque me preocupaba el potencial monopolio y no le importó a nadie. Por entonces yo iba primero más allá del auge de Dolina y todos estaban contentos. En ese contexto le dije a los directivos que me iba. Les aclaré que no pensaba trabajar con gente que manosea al personal.
-Pero lo llevaron a juicio.
-Sí. Tenía firmado un precontrato, no un contrato. Me demandaron por 50.000 dólares y perdieron. Por suerte me contrató Del Plata. Estuve a la tarde y también me fue muy bien. Era raro porque hacía reportajes a sociólogos que duraban una hora. Después llegó La Nación y mi discurso no iba con el de ellos. Pero me trataron bien. Luego pasé por La Red por la mañana, contento, aunque cobrando menos, y por Córdoba.
-¿Cómo le fue allá?
-Mal. Porque es una sociedad autoritaria, reaccionaria y muy reactiva con lo que viene de afuera. Encima el dueño de la radio quedó implicado en el escándalo de las propiedades de Angeloz. A los cinco meses me tuve que volver. Me encontré con que se habían juntado grupos de oyentes que me pedían a las radios y juntaban firmas. Finalmente me propusieron para radio de la Ciudad.
-¿Usted está autoexcluído de las radios comerciales?
-Mi discurso es incomprable para cualquier multimedio. Soy anticorservador, antimilitarista, anticlerical y se me puede tildar de zurdo. Por ejemplo, digo que estoy en contra de las proposiciones para el Sida del Papa reaccionario que rige el destino de los católicos y cae pesado.
-¿Entonces se reciben más presiones en un multimedio que en una radio oficial como la que está?
-Es curioso pero no tengo dudas de que algunas de las cosas que dije en esta radio ni siquiera hubiese podido terminar de comentarlas en otro lado. Y no tengo dudas de que las nuevas autoridades van a seguir esta línea de dar libertad.
-Lo que dice va contra lo que se cree de los medios oficiales.
-Aparentemente se puede hablar mal de los políticos y hasta del presidente y uno piensa: "Hay una libertad de la gran siete". Pero al poder nunca se lo puede tocar. No se denuncia que hay un presidente pero no se sabe hasta qué punto puede aplicar sus programas. En cambio fijate en la cantidad de gente que apareció ahora con su cartera de avisos y opina. O Aliverti, que asegura que si no se tienen anunciantes, no se trabaja y eso supone cercenar las opiniones. Y él la juega por izquierda. A mí me suena a joda.
-¿Como radical, le gusta el gobierno de De la Rua?
-No pertenezco a su corriente y él lo sabe. Muchas veces hablé mal del lado derecho de la UCR. Con todo, cuando vino a la radio se sentó a mi lado y me dijo que estaba feliz de que estuviera en la emisora pese a las diferencias de opinión y me parece que es mejor que la gente que estaba antes. Con respecto a su estilo de elegir gente me desconcertó como a todo radical. Pero el país está regido por mandatos que no se cambian con una elección. Esto puede cambiar aunque tal vez no lo vea.
-¿Qué escucha de radio?
-La pongo a la mañana mientras me afeito. A veces tengo que apagarla porque me da asco por el amarillismo y el reaccionarismo que ostentan algunas audiciones de radio Mitre o América. Me acompaña y entretiene mucho la audición de Víctor Hugo Morales, porque si bien mis intereses no pasan tanto por el deporte, es un refresco mental escuchar un grupo de varones discutiendo por un jugador de fútbol.
-¿Radio 10?
-No la escuché más de diez minutos por eso no sé de dónde viene su éxito.
-¿Hay un componente fascista creciente en los llamados de los oyentes de las radios?
-Sí pero hay que tener en cuenta que tengo información de que hay gente a la que se le paga por ser oyente de radio y llamar con un discurso armado. Aunque algún mensaje es genuino.
-¿Quién los paga?
-A veces las mismas emisoras. Se dice que también la Side u organismos oficiales. Esto crea corrientes de opinión. Fijate algo: llama la atención de que los mensajes de los oyentes siempre es redondito al punto que parece guionado. Siempre relacionado con lo que hablaban. Yo pude comprobar que la gente que se comunica casi nunca hace referencia a lo que acabás de decir.
-¿Usted sufre esto?
-Mis oyentes tienen ideas parecidas a las mías. Detectaría fácilmente una campaña o un fascista.
-Cambiando de tema. ¿Es cierto que Aníbal Troilo le pegó una bofetada?
-Sí. A principios de los '60 yo estaba en Splendid y era el único difusor de Piazzolla. Estaba en un canal, apareció Troilo en muy mal estado. Yo estaba con Antonio Carrizo y Enzo Ardizzone. El preguntó: "¿Quién es Rodari?". Me identifiqué y me dio un bife. Me puse loco, lo quería matar. Fue muy triste porque no tenía control psicofísico de sus actos. Más allá de que nadie lo va a discutir como músico. Eso fue algo amargo e injusto y que no tuvimos forma de repararlo.
-¿Se arrepiente de algo?
-Mi vida y mi carrera están en los finales y lo único que lamento es no haber sido lo suficientemente piola como para acumulara ahorros que me permitieran tener un futuro no holgado, pero sí seguro.

Gustavo Masutti Llach  
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires, Argentina
Septiembre de 2000