martes, 6 de junio de 2000

Ryan Anderson: "Buenos Aires es casi un suburbio de Nueva York"

El aventurero neoyorquino Ryan Anderson llegó a la Argentina para probar suerte por poco tiempo. Sin embargo, Buenos Aires lo tomó de rehen. Cinco años después saluda a los hombres a los besos, habla del "laburo" y se está por casar con una criolla. Además, con unos amigos formó la banda Swank, que ya cuenta con un disco en la calle, y tiene un programa de radio, "Flash Light", de lunes a viernes de 16,00 a 18,00 por la FM 103.5 Funky Soul. "Nunca se me ocurrió que iba a estar en una radio por el idioma -reconoce-. No me costó hablar. Sí hacerlo bien". Su castellano es más que correcto pero su voz metálica arrastra un muy particular acento "gringo" que lo hace único. Sobre la emisión asegura:"La idea de Flash Light es 'música programada por músicos'. Canciones que me gustan y mis intervenciones pasan por explicar por qué las escogí".
-¿Por qué te eligieron a vos?
-La idea era hacer un programa de radio con Willy Crook. Empezamos juntos pero ya no viene más porque no tiene tiempo. Para esta radio puede ser interesante poner al aire a alguien como yo que trae una perspectiva diferente.
-¿Escuchabas radio en Estados Unidos?
-Sí, mucho. Buscaba programas "abiertos". La radio de allá es muy parecida a la argentina: es muy comercial. Ponen los hits que les pagan las discográficas para programar. La diferencia es que allá están las radios públicas, de las universidades, que son las mejores. No tienen presiones y son las más jugadas. Allí me enamoré de la radio.
-¿Y en la Argentina?
-Poco. Al principio me prendía al programa de Bobby Flores. Pero recién ahora se están abriendo un poco las radios. Se han dado cuenta de que hay un mercado enorme que no quiere escuchar a Enrique Iglesias.
-¿A los argentinos les gusta más que les hablen, por eso son pocas las emisoras musicales como la Funky Soul?
-Puede ser. Allá los DJ hablan poco. Hay excepciones como Howard Stern, que habla todo el tiempo. Es comentarista y cómico, un enfermo y un capo. Aquí se da la mezcla de hablar mucho y poca música. A veces a mí también se me va la boca y me olvido que la música es protagonista.
-¿Hay algún Howard Stern argentino?
-No escuché mucho pero creo que no haya en ningún lugar del mundo. Mario Pergolini, por ejemplo, es muy ágil, inteligente y tiene sentido del humor. Pero es más corriente. No es tan polémico. No sé si Stern es un revolucionario o un genio como dicen. Mas bien es un enfermo mental y no tiene miedo. Eso es lo más importante.
-¿Vos tenés miedo?
-No, pero no tengo nada que perder. Mi estilo tampoco es el de maldecir a los sponsors. 
-¿Por qué Buenos Aires?

-¿Qué se yo...? La ciudad tiene algo parecido en todo el mundo. También estuve seis meses viviendo en Nigeria.
-O sea que te atraen países que para los estadounidenses son exóticos.
-Buenos Aires es casi un suburbio de Nueva York. Nigeria es muy rara, es otra cosa. Pero quería estudiar español y Europa no me gusta, tiene una energía muy vieja. Prefiero las culturas más frescas como la de Latinoamérica. No lo analicé tanto. Sabía que acá se puede laburar bien. No es una ciudad como Lima u otras de Sudamérica en las que se la puede pasar bien como turista pero no para quedarse. Acá te puedes ganar la vida.
-¿Por qué te fuiste de Estados Unidos?
-Porque me cansé de ser barman. Allá lo único que puedes hacer es atender mesas.
-Es curioso que digas esto. Porque con nuestros niveles de desocupación da la sensación de que es más fácil conseguir empleo en Nueva York.
-Para los argentinos sí o los que vienen de afuera. Probablemente para un tanguero sea más fácil conseguir un lugar que para un blusero. Aquí es al revés. Nueva York es muy linda, con mucha cultura, pero es mucho más cara. El problema de Buenos Aires es que son baratos los sueldos también. Pero es imposible vivir en Nueva York con menos de 2.000 dólares por mes. Alquilar una habitación -no un departamento- cuesta 1.000 por mes.
-¿Acá podés vivir de la radio y la música?
-Por supuesto, por eso me quedé. En los últimos años se dio un fenómeno: crecieron los bares en los que se puede tocar en vivo. Antes se podía ir a bailar, a escuchar una banda o a un pub. Pero no se mezclaba.
-¿Con qué ganás más?
-La radio es un ingreso seguro y estable. La música depende de la cantidad de shows que puedas meter. La industria discográfica directamente no existe. No se vende y los discos tienen precios elevados.
-¿Extrañás algo de allá?
-La diversidad. El porteño es muy abierto pero el 99 por ciento de los que viven en Buenos Aires son porteños. En Nueva York hay gente de Bangladesh, mexicanos, franceses... de todo. Es como la capital del mundo.
-¿Cuánto tarda en llegar una moda o un género musical desde Estados Unidos a Buenos Aires?
-Depende. Según la fuerza que tenga. Lo normal es uno o dos años. Claro, tenés casos como el de los Back Street Boys o Britney Spears que eran famosos antes en Europa que en Estados Unidos. Lo ultra pop llega "al toque". Porque es negocio. Lo de culto o con más integridad, como el movimiento "lounge" o el swing tarda un poco más.
-¿Cómo ves el movimiento del blues argentino?
-Es muy amplio y genuino. Como dijo Muddy Waters: "el blues sólo se trata de un hombre que se siente mal y se pone a tocar". Por eso es internacional. La palabra copia es muy relativa en la música y más en el blues que se basa en tres acordes. El blues no existiría sin B.B. King. Todos tratamos de copiarlo a él y según cómo te sale vas encontrando tu estilo.
-¿Le ves alguna similitud con el tango?
-Sí. Aunque el tango es más sofisticado, hay que tener oficio y método para tocarlo. Musicalmente lo emparentaría más con el jazz. Pero las letras son melancólicas y en eso es casi igual.
-¿A qué "bluesman" argentinos respetás?
-Más allá de lo que hace Pappo, Memphis o la Mississipi creo que el mejor guitarrista, con un estilo propio es Botafogo. Pero todos los músicos de acá tienen mucho talento.

Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires, Argentina
Junio de 2000

sábado, 3 de junio de 2000

Mónica de Carvalho: "A la noche el oyente necesita un poco de reposo, que lo mimen, que lo escuchen".


Cuando apareció Radio 10 (AM 710) Mónica de Carvalho acercó el proyecto de un programa rural. No fue aceptado pero un año más tarde fue llamada para un casting de voces y fue elegida para encargarse de la locución de los fines de semana por la mañana junto a Oscar Otranto. Hoy conduce “Los románticos”, en la trasnoche de los fines de semana (sábados y domingos de 0 a 7,00 y lunes de 0 a 2,00/. "La noche y esta radio en particular - asegura- te dan la posibilidad de que alguien te llame y te diga que está en el medio del mar a la altura de la Isla de los Estados y que lo único que tiene en ese momento es la inmensidad de las aguas, el mate y mi voz en la radio. Esas cosas me conmueven. Y ni hablar de la posibilidad de Internet que hace que te escuchen en todo el mundo y recibas mails de Italia o Estados Unidos".
-¿Cuáles son las particularidades del oyente de la madrugada?
-Que te escucha y te presta mucha más atención. Durante el día la premisa es: rapidez, música, información, inmediatez y fuerza. A la noche el oyente necesita un poco de reposo, que lo mimen, que lo escuchen.
-¿Es un oyente solitario?
-Sí. Hay mucha soledad a la madrugada. Sea elegida o no. Podés estar laburando, estudiando, ser insomne, estar esperando que vuelvan tus hijas de bailar o simplemente te sentís mal o te enganchaste con la música.
-¿Son depresivos?
-Algunos. Lo que pasa es que la noche te obliga a bajar las revoluciones. Y a tomar consciencia de tus propias limitaciones, de tu falta de laburo, de tu falta de compañía...
-¿Cómo hacés para no caer en hacer un programa como el de Luisa Delfino? ¿Alguna vez te llamó alguno afirmando que estaba por meter los dedos en el enchufe?
-No es común pero alguna vez me pasó que un oyente me dijo que estaba a punto de pegarse un tiro. Me dijo: “¿qué hago?”. Le pregunté si estaba con un auto y lo invité a la radio. No se me ocurrió otra cosa. Me pareció que tenía que distraerlo hasta que se le pase la crisis, no soy psicóloga ni nada parecido.
-¿Y cómo terminó?
-Vino, charló conmigo un rato y le hice prometer que nos iba a llamar periódicamente para dar constancia de cómo está. Cada tanto lo hace y nos cuenta que está fantástico, con pilas y estudiando. Salió bien. Pero nuestro programa no tiene la onda del de Luisa. Otro perfil. Ella tenía un equipo de profesionales atrás que la asistía.
-¿Los temas que planteás para que los oyentes comenten los pensás en la semana o surgen en el momento?
-Los charlo con Jorge (el productor) en la semana. Muchas veces son propuestos por la audiencia. Pueden surgir de una frase que leo en un reportaje. También podés plantear un tema y después se dispara para cualquier lado. Porque los que llevan las riendas son los oyentes. Los que más pegan son los celos, la infidelidad o los juegos del tipo “si me voy a una isla desierta me llevo...”
-Y se enganchan en contestarse unos a otros...
-Claro, como los temas son profundos, la polémica está a la orden del día. Pero no es la idea aunque sea inevitable. Hay gente muy copada y otros que se ponen muy agresivos y nos dejan mensajes horribles en el contestador automático.
-Pero eso no les pasa sólo a ustedes.
-No, me parece que tiene que ver con el medio. Ni conmigo ni con la radio. Alguien tiene que descargar la bronca por algún lado.
-¿Trabajan a micrófono abierto o filtran a los oyentes?
-Laburamos sin red. Yo tengo una central en estudio que me marca si hay llamados y se los pido directamente al operador. Nos pasó alguna vez que salió al aire un desubicado, pero es muy, muy raro.
-¿Se te tiran lances?
-Ahora se cortó un poco esa onda. Pero es muy común que los hombres que te escuchan en trasnoche te quieran seducir.
-¿Alguna vez te enojaste?
-Tengo una paciencia suprema. Pero el año pasado me enfurecí con un tipo que me decía que lo tenía que conocer porque él era el hombre de mi vida. Me estaba gastando, se notaba que se burlaba. Encima el “muñeco” no paraba. Y me decía que con esta voz debía ser rubia y de ojos celestes.
-Alejandro Dolina en sus primeros programas (hace quince años) si le preguntaban decía: “soy pelado, petiso y de bigotes”.
-Claro, porque hay una gran fantasía sobre nuestro aspecto físico. El decía que si pasás a la TV perdés magia. A mí me ven como una mujer fatal por mi voz que es medio de “franela”. Y nada más lejos de la realidad.
-¿Movés ratones en la audiencia?
-Algunos galopan (se ríe). Lo raro es que trato de despegar la seducción. Lo curioso es que el sesenta por ciento de mi audiencia es femenina.
-¿Cuántos llamados reciben por noche?
-Cerca de 400 más los mails y los fax. A pesar de que sabemos que estamos primeros en el rating y que llegamos a tener 58 por ciento de share, nos asombra.
-¿A quiénes escuchas en radio?
-A todos, por mi trabajo. Creo que Radio 10 está al tope en información. Cuando quiero relajarme escucho música clásica. No pongo FM. Salvo Mega, la vieja FM Tango o Nostalgie, pero poco. Con Dolina tengo temporadas de amor y odio. Lo puedo escuchar una vez cada dos meses. Creo que es uno de los mejores narradores que conozco. Me gustaría escucharlo hacer otra cosa.
-¿Y los programas parecidos al tuyo?
-No los escucho por cuestiones de horario. Hay muchísimos.
-¿Hay alguno que sea el original?
-En radio está todo inventado, no hay demasiados secretos. Los últimos innovadores deben haber sido Cacho Fontana en AM y Lalo Mir en FM. La diferencia está en la impronta personal que le pone cada uno.
-Nidia Aguirre, que compite con vos sugiere que ustedes los copiaron (ellos tienen más tiempo en el aire).
-Repito que está todo inventado. Esto lo hacían el Negro Martinheitz y Mochín Marafiotti desde hace años. En fin... mucha gente te tira mala onda porque quisieran estar en Radio 10. Pero estamos nosotros. No hay que enojarse, en el dial hay lugar para todos.

Gustavo Masutti Lach
Revista Ahora- Diario Cronica
Buenos Aires - Argentina
Junio de 2000